El enojo de los productores contra SADAIC por el arancel a los shows online

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La fiesta BRESH en casita es uno de los fenómenos online de la cuarentena. SADAIC contactó a su organizador porque había una marca involucrada en la transmisiónLa fiesta BRESH en casita es uno de los fenómenos online de la cuarentena. SADAIC contactó a su organizador porque había una marca involucrada en la transmisión Crédito: Gentileza BRESH

Desde que la semana pasada se conociera el arancel que busca aplicar SADAIC a los shows por streaming, se generó un terreno de fuegos cruzados: distintos actores de la industria se manifestaron en contra y el organismo se vio obligado a emitir un nuevo comunicado para intentar aclarar los límites de esta nueva legislación, que había anticipado en el artículo publicado el domingo por Rolling Stone . Finalmente, la Sociedad Argentina de Autores y Compositores de Música no cobrará el arancel a los conciertos online gratuitos , solo a los que cobren una entrada o reciban sponsoreo. Pero eso no relajó a los productores y a parte de los músicos.

El reclamo por parte de los productores surge ante la falta de anticipo de la ordenanza y el impacto en el volumen de ingresos monetarios por evento. «Esto que anunciaron no estaba en la cabeza de nadie porque estamos todos ocupándonos de otros problemas a partir de la coyuntura», dice Martín Mercado, jefe de la agencia Estamos Felices y vocero de IDEAr -la cámara que reúne a los empresarios de la industria del entretenimiento-. Después de los costos de servicios de streaming para organizar un evento profesional online hasta detalles logísticos propios de cada negocio, los productores se encontraron ante un nuevo filtro que amenaza la monetización de los eventos digitales. «El problema central con esto es que un ente autárquico se está metiendo entre acuerdos de privados. No tienen forma de legislar eso»
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Sin embargo SADAIC ya se había puesto en contacto con varias marcas y productores para exigir el pago del arancel. «Fui uno de los primeros en recibir la notificación y me sentí completamente estafado», dice Peter Ehrlich, productor de la fiesta Bresh, y manager de artistas como WOS y Louta. La Bresh, en su formato online y de acceso gratuito, fue de lo más popular de esta cuarentena -en las últimas ediciones llegó a juntar 650.000 espectadores, con un pico de 70.000 personas conectadas en simultáneo-. Para este caso puntual, SADAIC consideró que la presencia de una marca de delivery en la escenografía del DJ set se trataba de un auspicio indirecto. A pesar de que directivos del organismo habían declarado a Rolling Stone que el canon por eventos auspiciados sin costo de acceso debían pagarlo los auspiciantes, intimaron directamente al organizador.

Según Ehrlich, «ni siquiera preguntaron cómo se estaba manejando el arreglo y cuáles eran los términos del auspicio». También agregó que para el patrocinio de estos eventos puntuales, la productora solo cumplía con compromisos previamente asumidos con la marca antes del protocolo de aislamiento. «De hecho, la marca no me está pagando efectivo, y a cambio de eso me da servicios. Me dejan producto y a través de los canjes que tengo, los monetizo para pagar los sueldos de los que no están laburando o los que sí están laburando en mi productora», dice Ehrlich. «La Bresh emplea a 14 personas fijas todos los fines de semana y ni hablar de las 120 personas indirectas. No puedo sostener esa estructura si encima me quieren cobrar aranceles como estos.»

Otro interrogante que plantean los organizadores de eventos agrupados es la lógica detrás de la aplicación de aranceles a un evento que técnicamente ocurre en una plataforma digital con servidores y facturación en el exterior. A su vez, la preocupación se extiende ante lo que identifican como una falta de transparencia en el camino que transitan las recaudaciones del arancel. Tasas como estas son las que SADAIC usualmente repartiría en el «vuelco», una suerte de fondo común de lo que el organismo recauda por difusión pública (en cualquiera de los canales o medios) sin discriminación exacta de las obras que se ejecutaron, a distribuirse entre sus asociados proporcionalmente al movimiento generado por sus obras en cada período. Pero esos dividendos solo llegan a los socios representados del organismo, que son una minoría. Según comenta un productor en off, «el ‘vuelco’ tiene una cancelación de mayor celeridad burocrática que el resto de las liquidaciones que no son para parte de aquel selecto grupo de socios».

«De fondo es mentira que están cuidando los derechos de autor», agrega Ehrlich. «Como te digo con la Bresh, no nos están cuidando porque se quedan con una comisión que no los corresponde», explica Ehrlich.

Desde el INAMU también manifestaron su desconcierto ante el escenario actual: «Estamos empezándonos a habituar a una nueva manera de consumo y de producir contenido. Los que tienen hoy recursos para generar música o apoyar al arte no son los músicos, son las marcas», explica Paula Rivera, vicepresidenta del Instituto Nacional de la Música. Rivera enfatiza sobre la relevancia de las compañías como patrones de contenido, y el rol espontáneo que deberían asumir en caso de que SADAIC trate directamente con ellas para aplicar aranceles adicionales. También agrega una reflexión de carácter personal: «Si el sponsor es el que promociona y produce un evento, ¿qué pasa con el productor medio?¿va a desaparecer?. De ser así, eso destruye una cadena valor. Y no tenemos que dejar de poner el acento en que acá hay otros actores importantes aparte de los productores y las marcas:

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