«Libre», la canción que inmortalizó a Nino Bravo y fue prohibida en Cuba por Fidel Castro

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La canción «Libre» tuvo su versión definitiva en la voz y el estilo de Nino Bravo; varias son las historias alrededor del significado de su letraLa canción «Libre» tuvo su versión definitiva en la voz y el estilo de Nino Bravo; varias son las historias alrededor del significado de su letra

Supongamos no saber nada de Nino Bravo . Ni de su trino de barítono impetuoso ni de su rostro como de halcón. Nada. Si unimos con puntos los datos sueltos de su «expediente» (¿acaso los perfiles de Wikipedia no parecen ya las entradas de una gran burocracia?) se dibuja un personaje que parecería arrancado de alguna página de los escritos microhistóricos de Carlo Guinzburg.

Su nombre real era Luis Manuel Ferri Llopis y había nacido el 3 de agosto de 1944 en un pueblo llamado Ayelo de Malferit, tan antiguo como pueda imaginarse el año 1248 y con apenas cuatro mil setecientos habitantes para 2018. En su primer empleo conocido no dice «cantante» sino «lapidario», un oficio relacionado con la talla de piedras preciosas que se remonta al siglo XV. Luego se dice de él que fue «bodeguero» y que cantó en «falleras» y «verbenas» de esa Valencia detenida en un páramo folclórico (como los cuadros de pastores españoles que atesoraba la clase media hispano-porteña) diseñado por el franquismo. La extrañeza frente al «expediente» Nino Bravo no se detiene. El que sería su primer hit, «Te quiero, te quiero», se escuchó (con otra letra y otra voz: Lola Flores) en la banda de sonido de una película argentina llamada «Kuma Ching», dirigida por Daniel Tinayre, con guion de Dalmiro Sáenz.

¿No es de veras extraña la historia de Nino Bravo? Es lo que corresponde a un cantante que se salía de todos los parámetros y que atravesó la música popular con la trayectoria de un meteorito, incluyendo su absurda muerte haciendo trompos al volante de un BMW 2800 en 1973, en Villarubio, otro pueblo ínfimo del medioevo ibérico. Habían pasado entonces menos de cuatro años en los que Nino grabó unas sesenta canciones empezando por aquella «Te quiero, te quiero» que Rafael de León y Augusto Algueró habían escrito a la espera de una voz que la hiciera oro. Se la dieron a estrellas como la actriz Carmen Sevilla (que la hizo rumba) y Raphael. «El Niño», ya consagrado, la grabó algunos meses antes en Francia pero, acaso, en el regodeo de su manierismo no consiguió dar con el mandato interior de la canción. Y entonces probaron con Nino, que venía de experimentos fallidos como el trío Los Hispanos y el grupo beat Los Superson.

Nino Bravo llevó a un nivel superior a la música popular iberoamericana
Firmó un contrato con Polydor (por cinco años que no llegó a cumplir) y lo pusieron a cantar al frente de una orquesta dirigida por el jazzista Juan Carlos Calderón, el mismo por detrás del sonido del primer Serrat, y ahí sí, la canción se prendió fuego y arrasó con el oído melódico de Hispanoamérica. ¿Qué tenía Nino que los otros no? La respuesta obvia es la voz, que sobresale entre el rumor acaramelado de sus coterráneos y contemporáneos. Sí, es la voz, pero la voz dentro de un sonido. Todo en las canciones de Nino Bravo evoca una majestuosidad arcana , como en un cuadro de David. Con su voz vienen ataques de trompetas, fraseos de clavicordio, breaks de batería que lo vinculan sónicamente con el pop barroco anglo (Scott Walker, Bee Gees, Moody Blues). Estas relaciones (Serrat, el pop barroco) en absoluto se exponen aquí para legitimarlo porque su voz, su sonido, no lo necesitan. En esos pocos años, Nino Bravo llevó a un nivel superior a la música popular iberoamericana oponiendo resistencia a la hegemonía anglo con un estilo único que debería llamarse pop mediterráneo antes que romántico o melódico.

«Libre» es la mayor expresión de ese pop mediterráneo , su absoluto himno, con su aire a danza folclórica griega adaptada a la modernidad en suspenso de la España de principios de los 70. Se la escribieron José Luis Armenteros y Pablo Herrero y la estrenó en 1972 en una emisión de Luces en la noche , en la TVE. Nino lleva smoking (una referencia al mundo Sinatra) pero tiene el pelo largo hasta los hombros (el mundo post Beatles) y dice que va a interpretar la última canción del especial, una que será la cara «A» de su próximo disco. Toda la acción está en su voz (aunque sea playback), no necesita casi mover el cuerpo excepto por unos gestos con las manos para enfatizar aquello del «ave que escapó

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