En octubre de 2016, el suplemento VOS publicó que México era una puerta de salida para los artistas cordobeses en general y para los músicos en particular.
El planteo de esa idea se fundaba en el hecho fácilmente contrastable de que aquel país ofrecía una alternativa de desarrollo artístico y de sostenibilidad económica una vez que aquí se tocaba cierto techo.
Además de la cantidad de músicos cordobeses establecidos allá por entonces (Andrés Oddone, Daniela Spalla, Sol Pereyra, Any Riwer, Juan Martín Medina y Frikstailers, entre otros), se destaca el caso de Los Caligaris, una banda local que creció exponencialmente en todos los aspectos a partir de un impacto generado en aquel mercado.
Los factores que incidían eran la densidad demográfica, la valoración que se tiene allá del recurso humano argentino y la imborrable huella que dejaron Soda Stereo y Enanitos Verdes, entre otros, en lo que al rock respecta.
También, que Buenos Aires perdió peso como espacio legitimador, acaso porque internet democratizó todo y amplió horizontes. Logró que se trascendiera la naturaleza centrífuga de la industria cultural argentina. Así, México permitió reimpulsar proyectos en diferentes escalas y edificar una carrera que aquí sería muy cuesta arriba, cuando no imposible.
Obviamente, con la pandemia del coronavirus este diagnóstico se trastocó.
La imposibilidad de viajar generó un perjuicio artístico y otro económico. Artístico, porque girar a nivel internacional obliga a reacciones permanentes en lo que respecta a repertorio, montaje y planteos estéticos. Y perjuicio económico porque sin México los proyectos se quedan sin el rédito dolarizado que hacía viable un proyecto a largo plazo.
“En la prepandemia, promediábamos entre 80 y 100 shows anuales, de los cuales el 30 por ciento eran en México y otro 15 por ciento en otros países de Latinoamérica, en Estados Unidos y en España”, dice Agustín Cuadrado, trompetista y miembro ejecutivo de Los Caligaris.
Postal del show de Los Caligaris en el Foro Sol, de Ciudad de México. Fue el más convocante en la historia de la banda. (Gentileza Los Caligaris)
“Casi un 50 por ciento de nuestros ingresos los producíamos fuera del país. Por eso es que la pandemia nos generó un impacto económico muy grande. En 2020 asumimos la responsabilidad de cubrir los gastos de nuestro staff, de nuestro equipo. Y tratamos de zafar con algunas alternativas, como los shows en streaming, pero, claramente, nada es como era”, añade Cuadrado, quien se apura en señalar que la estructura de Los Caligaris no es la de un artista solista.
“La estructura de nuestra banda, los gastos que tenemos, y demás, distan de ser los de un solista –refuerza–. Somos un montón de gente arriba y abajo del escenario. Somos casi 40 personas que se mueven mes a mes. El año pasado pudimos encontrar algunos paliativos. Y ya en 2021 teníamos la esperanza de generar recursos y poder afrontar lo que se venía. Los shows locales algo ayudaron, pero los aforos fueron muy bajos y dieron margen para producciones muy poco rentables, tanto para el artista como para los productores”.
Sol Pereyra, por su parte, cuenta que en marzo de 2021 se cumplió su primer año sin girar por México: “Por supuesto que repercute en mis planes, porque México es uno de los lugares más importantes para mi proyecto; allí se ha desarrollado y crecido los últimos 10 años”.
“El movimiento a nivel industria, el público y las movidas que México ofrece no son fáciles de equiparar –sostiene–. Y al estar todo frenado allá, te diría que afecta a nivel Latinoamérica y mundial, porque somos miles de artistas los que ofrecemos nuestros shows allá”.
Sol Pereyra cree que todo esto lleva a una revisión sobre cómo seguir creciendo en esta nueva modalidad. Nueva normalidad que, al momento, sólo ofrece unos pocos shows presenciales a escala local o la alternativa del streaming. Y advierte que esta realidad es compartida por sus compañeros mejicanos: “No hay otra opción que adaptarse para sobrevivir hasta que se pueda comenzar a girar nuevamente. Por lo pronto, muchos artistas de México muy cercanos también están viviendo esta profunda crisis; y creo que, cuando se pueda regresar, ellos tienen que priorizarse antes de abrir las puertas”.
“La escena y la industria mejicana tienen que estar fuertes para poder volver a compartir sus dulces mieles con el resto”, sentencia Pereyra.
Agustín Cuadrado asegura que en el trabajo a escala nacional y en las condiciones acotadas por protocolo es muy difícil acercarse a los estándares de la vieja realidad, de cuando México estaba al alcance de la mano. “Es muy complicado con aforo de un 30 por ciento del total. Además, no se puede cansar a las plazas en las que uno trabaja. Hay que ser estratégico en eso y no agotar a la gente con presentaciones permanentes. La coyuntura actual está enfrentada con la posibilidad de crear un show de calidad con entradas accesibles”, observa el músico.
“Estamos a la espera de la reapertura, tanto a nivel nacional como internacional. De poder viajar y que desde el punto de vista sanitario esté todo dado para volver a donde se nos requiera. Por otro lado, México no sólo es un mercado, también es el centro de operaciones de Los Caligaris a nivel internacional. Porque de ahí salen los demás shows. Vamos de gira a México y desde allá surgen shows para Estados Unidos, Colombia, Costa Rica y España”, complementa Agustín Cuadrado.
Certificado de fidelidad
Si se quiere mensurar lo determinante que es México para una formación argentina, sólo basta con ver el CD-DVD recientemente publicado por Los Auténticos Decadentes, que da cuenta de un show celebratorio en el Foro Sol de Ciudad de México.
Las imágenes hablan por sí solas: público fiel que se mantiene y se renueva año a año y que, por sobre todas las cosas, es multitudinario. En otras palabras, Foro Sol (tal el nombre de la edición) deja entrever un nivel de liquidez fundamental para sostener a un proyecto numeroso como “Los Deca”.
“Se nos complica el tema de viajar, hoy más que nunca. En México quedaron suspendidos todos los shows. Nos duele no ir, más allá de ‘aprovechar’ este disco en vivo que tenemos”, dice Martín “La Moska” Lorenzo, percusionista y portavoz de la banda anarco-tropical que lleva más de 30 años de trayectoria.
“De hecho, aprovechamos para sacarlo porque no estamos tocando. Caso contrario, quizá, hubiera salido más adelante. Pero realmente estamos bajoneados por no poder tocar, no sólo en México, sino en ningún lado”, amplía.
Si bien asegura que la situación no generó perjuicio económico, Lorenzo señala que, a nivel contractual, quedaron varios shows pendientes de 2020, situación que llevó a Los Auténticos Decadentes a un desconcierto creativo-administrativo. “Algunos de esos shows se reprogramaron para noviembre de este año, pero ya se corre la bola que volverán a correrse. El Festival Pa’l Norte (Monterrey) tampoco se hará”, precisa el también productor de Los Caligaris, Fidel Nadal, La Mosca, y un largo etcétera.
“Somos una banda que tocó toda la vida. OK, en algún momento teníamos que parar, pero no era el momento. A un descanso lo podés planear, pero a este no lo planeamos”, suma “La Moska”, un artista incontinente que se permite filtrar información que en el seno de su banda tienen bajo siete llaves.
“Tenemos un disco casi terminado –confiesa–. Es de covers, 22 canciones con invitados. Son dos episodios de 11 canciones y que viene también con un documental de la grabación y la música en Latinoamérica. Al volumen uno lo teníamos terminado con corte de difusión, con clip y video de estudio. Y no lo sacamos hasta que podamos tocar”, complementa.
“Si sacás una canción que funciona y no podés tocarla en vivo, termina a medias, hay una pata que no tenés. Entonces, decidimos no tocar, seguir con la producción de este disco que te comenté y sacar en físico Foro Sol”, remata.
Inversión y incertidumbre
Por supuesto, para ganarse a México siempre hay que apostar por él. En otras palabras, pensar en una primera gira que, aun habiendo conseguido financiamiento externo, demanda de esfuerzos económicos puertas adentro.
Ninfas vivió esa situación a fines de 2019, con tanta mala suerte que su plan de conquista promedió justo cuando estalló la pandemia, en marzo de 2020.
“Fue una odisea de cinco meses”, confirma Pamela Merchán, bajista y cantante de esta banda de cumbia diversa y empoderada.
“Desde diciembre, estábamos en la zona del Caribe mejicano; en Tulum y en Playa del Carmen… Habíamos programado tocar por ahí hasta marzo, mes en el que teníamos que irnos a Ciudad de México para afrontar la parte más fuerte de la gira. Llegamos a hacer dos fechas allí y pum, pandemia”, detalla la artista sobre un periplo que luego llevaría a ella y a sus compañeras por Chiapas, Guerrero y otros estados mejicanos.
Varadas en México luego de haber hecho un esfuerzo económico extraordinario para que Ninfas tuviera proyección internacional. Tal fue el diagnóstico de estas músicas cordobesas, cuya primera reacción fue arrancar cada una por su lado. Una diáspora que hirió de muerte a la banda.
“Hubo situaciones particulares, una de las chicas es mamá y su hijo estaba en Córdoba. Se tuvo que volver, mientras que el resto se quedó en distintos lugares de México. Unas se fueron para el Caribe, otras para las costas de Oaxaca y otras a Chiapas. Descentralización por pandemia. Hasta el día de hoy estamos desparramadas por el mundo”, narra Marchán.
Si una nueva normalidad lo permite, ¿reintentará Ninfas conquistar México? Merchán se toma un segundo y lanza: “La banda está en suspenso y el contexto es de total incertidumbre. Y tendríamos que volver a invertir…”.