Con 38 años en la espalda como artífice y cabeza de Leader Music y “más de 17 mil fonogramas” producidos, Roberto “Kuky” Pumar puede decir tranquilamente que en el universo cerrado de la industria musical se las sabe todas. O casi.
Sin embargo, antes de que el negocio de la música virara definitivamente hacia el mundo digital, Pumar fue responsable directo de uno de los fenómenos más interesantes de la música popular argentina, la explosión de la cumbia, que comenzó a finales de los ’80 y alcanzó su punto más álgido durante los años ’90.
Ese proceso, que incluyó el desarrollo de algunos de los artistas más populares en la historia del género –Gilda, Ráfaga, Antonio Ríos, Los Palmeras, solo por citar algunos-, es el que se empezó a contar en forma de podcast en Cumbiatube: las historias , una nueva propuesta que recorre en cuatro capítulos el vínculo de Leader Music con el ritmo nacido en Colombia y adoptado como propio en nuestro país.
El primer episodio del contenido grabado por Fede Bareiro y Agus Gennoni, que se completará en los sucesivos lunes de abril, se centra en los orígenes de lo que imaginó Pumar al intentar desarrollar artistas vinculados al universo de la música popular. Y en particular, de ese segmento que luego sería conocido como “movida tropical” (Leader también cobijó en su catálogo a exponentes cuarteteros como Sebastián, Walter Olmos o Banda XXI, y actualmente trabaja con La Konga).
“Yo trabajaba en la disquería de mi papá, donde de alguna manera aprendí todo lo que ocurre con el público, cómo el público se comporta frente a los sentimientos, a escuchar una música que lo emociona o le da ganas de bailar”, relata, mientras recuerda el local ubicado en la ajetreada estación Constitución de la ciudad de Buenos Aires.
“Una de las cosas que visualicé cuando empecé a ser productor discográfico, es que la música popular hasta esos momentos tenía muy poca diversidad de intérpretes. Cada una de las compañías multinacionales -Sony, EMI, RCA- tenía un gran artista al cual apostaban”, dice con ejemplos como el Cuarteto Imperial o Los Wawancó. “A fines de los ’80, mi visión fue decir ‘desarrollemos el Michael Jackson o la Madonna de la cumbia’”, recuerda Pumar, también responsable de impulsar las carreras de Ricky Maravilla, Lía Crucet, Alcides o Los Dinos.
“Por los cambios económicos y políticos que se fueron dando a través del tiempo, la cumbia en los últimos años perdió la potencia que había tenido esa cumbia de los ’90”, plantea. “Ahí nos dimos cuenta de que teníamos que contar el fenómeno, porque realmente fue muy fuerte en esa época, tanto por parte nuestra como por parte de Magenta, que era nuestra competidora. Esa competencia hacía que todo el fenómeno global fuera muy fuerte”, añade sobre la razón detrás de este proyecto que piensa en grande.
De hecho, originalmente iba a ser un contenido para YouTube, pero finalmente terminó saliendo en formato podcast. La posibilidad de que el audiovisual pueda ser vendido a una plataforma de streaming o a un canal de TV mantiene esa publicación en suspenso.
“Hemos hablado, están muy entusiasmados. Nos piden que hagamos más: cuatro es poco”, admite Pumar, quien ve una interesante ventana hacia el mundo del documental en un momento en el que la demanda de novedades regulares es altísima: “De repente un contenido como este puede significar un diferencial muy grande”.
Edad de oro
Respecto a los años dorados de la cumbia en el conurbano bonaerense, Pumar considera que se trata de un “hecho trascedente” en la historia de la música popular nacional del que había que dar cuenta.
“Llegamos a producir 40 artistas por año. Teníamos contratado Panda, el estudio número 1 de ese momento, casi las 24 horas, grabábamos de día y de noche. Aparte de haber desarrollado un negocio muy fructífero, nuestra intención era que ese sonido sea trascedente”, define Pumar sobre ese estilo que a lo largo de los años ’90 vio nacer hitos como Leo Mattioli, La Nueva Luna, la rivalidad colorida entre los grupos Red y Green, Los Charros, Amar Azul y los comienzos de la cumbia villera con Flor de Piedra o Yerba Brava.
La multiplicidad de nombres es fruto de la búsqueda constante por interpretar el gusto del público y sus mareas cambiantes. “Anualmente descartábamos una cantidad de artistas. A los 10 que menos funcionaban les rescindíamos los contratos y le dábamos oportunidad a 10 nuevos. El artista exitoso no siempre se mantiene. Cuando Gilda estaba arriba, yo ya tenía que estar formando la nueva Gilda”, explica Pumar, que años antes de la big data utilizaba informantes para estar al tanto de nuevos talentos y tendencias.
“Los DJ para mí eran muy importantes, yo me sentaba con ellos para que me contara qué pasaba en las pistas, los disc jockeys son gran captadores del fenómeno en el baile, desde cuál es la velocidad a la que se tiene que producir hasta para dónde está yendo, qué artistas nuevos hay”, ilustra.
“A mí la noche no me gusta. Trasnochar y acostarme a las 7 de la mañana no me causa gracia. Entonces armé ese grupo de aliados que me trajeron información totalmente precisa y ayudaron muchísimo a construir el éxito, a arrimar el talento a la compañía”, sintetiza.
Según el productor, aquel fue el momento en el que el universo de las bailantas se consolidó a partir de una variable político-económica: el 1 a 1 y cierre de muchas industrias habían reconvertido innumerables fábricas en mega-discos que inundaron al área metropolitana de Buenos Aires de propuestas que buscaban crecer en el rubro.
“Ese circuito tenía un círculo virtuoso, hacía que cada vez más artistas funcionen, cada vez teníamos que producir más. Terminamos grabando casi cuatro artistas por mes, con tres directores artísticos trabajando simultáneamente”, recuerda Pumar, quien certifica el volumen de ventas de varios artistas comparándolos con el éxito de El amor después del amor, el disco de Fito Páez que todavía sigue siendo el más vendido de la música argentina, con más de un millón de copias.
-Como Motown y otros sellos, Leader funcionó como una especie de fábrica de artistas. ¿Cómo te llevás con esa idea?
-Sí, como Fania con la salsa. Creo que nosotros de alguna manera hemos representado eso. Nos hemos especializado en lo que era la música popular. Yo entendí que todos apuntaban al público ABC1, pero había un 90% de gente popular que amaba la música y la consumía tremendamente, y que por ahí había que vender los discos más baratos para vender en más cantidad. El público popular no tiene aspiraciones de irse de viaje a Europa, sus aspiraciones por ahí son comerse un asadito, el fútbol, la música, ir a bailar, comprar un disco antes. Ahora la música se consume de otra manera y también con resultados excelentes. No extrañamos para nada vender cuadraditos de plástico, como digo yo. Parecía que la única manera de monetizar era vendiendo el envoltorio y en realidad lo que la gente quería era la música. Nosotros nos transformamos en una fábrica de éxitos, tuvimos una muy buena visión artística para contratar.
-¿Sentís que tu nombre y el de Leader tienen un lugar ganado en la historia de la música argentina?
-Sinceramente, estoy seguro de que sí. Hubo monstruos como Pelo Aprile (Pelo Music), Néstor Celasco (Music Hall) o Mario Kaminsky (Microfón) que no tuvieron la suerte de manejar sus compañías en una forma equilibrada para lograr que ese talento tan impresionante que tenían se transforme en algo muy sólido. Leader hoy después de 38 años sigue siendo independiente. Tenemos ofertas de todos los colores y los números posibles para comprarla y realmente no me interesa. Hago lo que quiero y lo que me gusta. Pensábamos que no podíamos ser más grandes que lo que pasó en los años ’90, y sin embargo con todo el desarrollo en el mundo infantil que hicimos hemos logrado un resultado global que yo no hubiese podido pensar ni en el mejor de mis sueños.
Para escuchar
Cumbiatube: las historias es un podcast de cuatro capítulos que repasa la historia de la cumbia a través de los artistas insignia de Leader Music. Cada lunes de abril, un episodio nuevo narrado por Agus Gennoni y Fede Bareiro. Disponible en Spotify, Apple Music y demás plataformas digitales.